¡Holaaaa!
¿Cómo estáis? Yo hoy he ido al neurólogo. No sé si os lo comenté, pero después de todo lo que me pasó en el parto, me tenían que hacer un control. Aparte de que me tenían que dar el resultado de la Resonancia magnética. He ido bastante preocupada, por si me decían que tenía alguna lesión irreversible o algo. Sin embargo, he salido muy contenta. Los daños que sufrí por la eclampsia no han dejado rastro. No se ha visto nada ni en el TAC que me hicieron previamente, ni en la resonancia. Vamos, que soy una especie de super woman. La doctora estaba muy satisfecha y yo he salido de allí expulsando todo el aire que estaba conteniendo. Porque ya se sabe, que cuando ocurre alguna cosa de estas, el cerebro sufre mucho y puede tener lesiones y la persona no darse ni cuenta. Así que genial.
Sin embargo, luego he tenido que ir a urgencias infantiles, porque el peque me ha vomitado como si fuese la niña del exorcista. Y claro, me he asustado. Y como ya estaba en el hospital, pues he aprovechado para que lo mirasen. Nos han dicho que tiene gases (aunque eso ya lo sabíamos) y nos han dicho que seguramente sea reflujo (que también lo sabíamos). Así que hemos pasado ahí toda la mañana, para nada. Nos han dicho que todo lo veían normal, pero que si vomitaba de nuevo tan fuerte, que volviésemos. Aunque debo decir que nos han tratado de maravilla. La verdad, es que los pediatras de ese hospital y en general todos los médicos, son increíbles. Por algo Son Espases, está considerado uno de los mejores o el mejor de Europa. Aunque sigo echando de menos Son Dureta, que es realmente lo mismo, pero en otro sitio. Y Son Dureta, fue donde yo nací. En fin, no voy a enrollarme más, porque eso ha sido todo en este día. Y estoy agotada. Ahora vamos a por el reto que empiezo a tener sueño y al final me va a salir un churro.
14. Describe una historia cuyo punto de partida, comience con el final de toda la trama. La idea es que tomando el desenlace como inicio, hagas un recordatorio de cómo se ha llegado a esa situación.
LIBERADA
Se tapó los ojos con el antebrazo. La luz le molestaba tras tantos días de cautiverio. Tenía el cuerpo magullado, moratones, cortes y la muñeca rota.
- ¿Nos vamos, inspectora Tyler? - Uno de los policías que la había liberado, la miraba preocupado. - ¿Seguro que no quiere ir con la ambulancia primero? No tiene buen aspecto...
- Lo primero es la declaración. No voy a morirme por un par de horas más. - Se subió al coche patrulla y se tapó con la manta que le había dado. Estaba muerta de frío, pero a pesar de haber estado un mes encerrada, su cabeza seguía siendo la de una agente de la ley.
- Si, señora. - Se subió al coche y comenzó a conducir hacia la comisaría.
Rebekah miró por la ventanilla y vio las calles. Nadie sabía por todo lo que había tenido que pasar desde el momento en el que la secuestraron. NADIE. Tenía ganas de contarlo, pero no a sus compañeros, ni a su capitán. Necesitaba un psicólogo. Sabía que si la revisaban en el hospital, se darían cuenta de todo y se lo contarían a sus superiores. Y lo que ella no quería, era que le diesen un "descanso". Como lo llamaban sus jefes, cuando algún agente sufría algo traumático.
- Ya hemos llegado. ¿Quiere ayuda, inspectora? - El agente, que era un novato y se le veía a leguas, la miraba preocupado. Pero es que Rebekah, no se había mirado en un espejo.
- No, gracias. Puedo yo sola.
Al entrar en la comisaría, escuchó aplausos. Todo el mundo la estaba esperando. Al parecer, todos la conocían demasiado bien y sabían que no iba a ir al hospital sin antes pasar por la comisaría. Era demasiado responsable con su trabajo, pero una kamikaze. Por eso había acabado en manos de aquellos desalmados.
Entró en el despacho de su capitán y ahí se derrumbó. Su capitán, no solo era eso, también era su amigo. Y sabía que tras la locura que había cometido, metiéndose en la boca del lobo, iba a caerle una buena.
- ¿EN QUÉ DEMONIOS ESTABAS PENSANDO, REBEKAH? ¿SABES LA CANTIDAD DE UNIDADES QUE HE TENIDO QUE MOVILIZAR? ¿LO SABES? ¡PENSABAMOS QUE ESTABAS MUERTA! - Gritó Marcel muy nervioso. Se notaba que lo había pasado mal. No había nada como pensar que has perdido un agente o una amiga. Y ella era las dos cosas...
- Lo siento... -Fue lo único que consiguió decir, hasta que Marcel la abrazó.
- No quería gritarte. Pero no sabes lo mal que lo hemos pasado. - La miró de arriba a abajo.- Te han dejado hecha un cromo. No te has visto aun, ¿verdad?
Negó con la cabeza y fue al baño del despacho. Cuando se vio, se dio cuenta de porqué la habían mirado con pena. Tenía los ojos amoratados, el labio partido y muchas más cosas de las que ella se imaginaba. Se lavó la cara como pudo, ya que la muñeca le molestaba. Al salir, comenzó a contarle la historia a Marcel...
- Fui al club para intentar sacar a las chicas, pero uno de los tipos me reconoció y me acorralaron. Por eso supongo que se perdió la señal del micro y los de la furgoneta no pudieron venir a por mi. Intenté avisarles, pero encontraron el micro. -Bebió un poco de agua de un vaso que Marcel le sirvió.- Me llevaron a la mansión donde me habéis encontrado y ahí... Habían otras chicas. Todas con el mismo aspecto. Pequeñas, pelirrojas y de ojos verdes. Yo era la única morena. Solo me querían como un trofeo. Atrapar a una inspectora, era un logro para ellos. Y para mi mala suerte, lo consiguieron.
- Rebekah, me da igual si te atraparon, quiero saber que te han hecho. Quiero saber como estás mentalmente, si estás fuerte. Si sigues siendo la misma.
-Sigo siendo la misma, capitán. Solo necesito descansar. - Sin embargo, Marcel se dio cuenta de que ocultaba algo. La conocía desde que era un bebé, era imposible ocultarle nada. Y eso la fastidiaba, porque no quería contárselo.
- Cuéntamelo todo. Lo digo en serio, Rebekah. O soy capaz de incapacitarte seis meses o incluso más. Hasta que un médico te de el visto bueno. Tú decides.
Entonces, Rebekah volvió a beber agua. Y comenzó la historia más sórdida, depravada y asquerosa que Marcel había escuchado jamás. La habían atado, torturado, violado... No había nada que no le hubiesen hecho. Y ella seguía ahí, completamente entera. No le había caído ni una lágrima. Era cuestión de tiempo que lo hiciese. No podría soportar esa carga mucho más. Llevaba un mes encerrada en aquel sótano, rodeada de otras chicas que ya habían sido rescatadas, igual que ella. La mafia que la había atrapado, hacía trata de blancas. Vendía a las mujeres, pero a ella la habían dejado ahí, porque era el trofeo del jefe. A la que el jefe quería para su placer personal. Eran sádicos. Les daban igual las mujeres. Por eso Rebekah se había involucrado tanto en aquel caso. Odiaba a los hombres que trataban mal a las mujeres. Y ahora ella, era una víctima más.
- ...Y eso es todo, capitán. - Le miró, imperturbable.
- Puedes llorar. No pasa nada por hacerlo.
-No voy a llorar. Estoy viva. Estoy aquí. Gracias por no daros por vencidos. - Se levantó con cierto dolor. El cuerpo se le estaba enfriando y ya empezaba a notar el bajón.
-Sabes que nunca dejamos a los nuestros en la estacada. Te acompaño al hospital. - La levantó en volandas y se prometió, que nunca más le pasaría nada malo a ninguno de sus agentes. Pero en especial, a esa mujer. Fuerte, valiente y muy loca. Y sobretodo, la mujer de la que llevaba enamorado desde hacía años y a la que había estado a punto de perder para siempre. Ahora le tocaba dar el paso. Esperar a que se recuperase y cuidar de ella.
Daba gracias a dios, al universo y a todo ser divino, porque ella estuviese viva.
FIN
No sé que tal ha quedado, pero la verdad es que la historia a mi me ha gustado. Tal vez, podría haber continuación o con los personajes, haga más historias policíacas. ¿Quién sabe? Espero que os guste.
MUAKS